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 Teseo

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MensajeTema: Teseo   Teseo Icon_minitimeDom Jul 01, 2007 8:57 pm

Teseo (Griego Θησεύς) fue un mítico rey de Atenas, hijo de Etra y Egeo, aunque también se ha dicho que el padre fue Poseidón, el dios del mar. Egeo, que no había tenido descendencia, ignoraba que de su relación fugaz con Etra hubiera nacido Teseo. Así que la infancia de Teseo transcurrió en compañía de su madre en la ciudad de Trecén. Cuando cumplió los dieciséis años su madre le reveló el secreto de su paternidad y llegado a esta edad, Teseo pudo levantar la piedra, calzarse las sandalias y la espada de su padre e iniciar su viaje a Atenas para ser reconocido como hijo del rey.

Teseo fue un héroe fundador, como Perseo o Cadmo.

El toro de Creta

El séptimo trabajo de Heracles consistió en capturar un toro salvaje que expulsaba fuego por sus narices y que causaba estragos en Creta.

Este toro es el que Poseidón hizo salir del mar cuando el rey Minos prometió sacrificar al dios lo que saliera del mar; pero Minos lo encontró tan hermoso que lo incorporó a sus rebaños y el dios, enfurecido, hizo que la reina Pasifae se enamorara del animal y concibiera de él un hijo, el Minotauro, tras lo cual hizo enloquecer al toro.

Así pues Heracles se presentó a Minos que le autorizó para capturar al toro si podía. Heracles consiguió subir a lomos del animal y lo condujo, a través del mar Egeo, hasta Micenas. Euristeo, al ver al hermoso animal lo quiso ofrecer a Hera, pero la diosa lo rechazó al ver la ferocidad del toro por lo que Euristeo lo dejó libre.

Androgeo, hijo del famoso rey Minos de Creta había ganado los juegos panatenienses, momento de gran gloria que aprovechó Egeo para retarle a luchar contra el toro de Maratón, que estaba asolando esa parte del Ática. La terrible bestia acabó con la vida del príncipe, o según otra versión, éste murió a manos de los otros competidores de los juegos, celosos de su victoria.

El rey Minos utilizó la excusa de la muerte de su hijo para lanzar su poderosa flota contra las costas de Grecia, conquistando Megara a Niso y condenando con el aislamiento a Atenas, que sufrió el hambre y las epidemias.

Los atenienses consultaron al oráculo y éste les aconsejó que aceptaran lo que les propusiera Minos si querían acabar con la guerra. Así, aceptaron el humillante tributo que les impuso el rey de Creta para firmar la paz: cada año debían enviar siete jóvenes y siete doncellas para que fueran devorados por el minotauro, el monstruoso supuesto hijo de Minos que estaba encerrado en un laberinto construido por Dédalo del que era prácticamente imposible encontrar la salida.

Viaje a Atenas

Teseo, que desde muy joven había destacado por su fuerza y su valentía, decidió dirigirse a Atenas en solitario para conocer a su progenitor, sin temer los peligros que podía entrañar el viaje. Al contrario, deseaba emular las hazañas de su admirado Heracles, a quien le unió una buena amistad.

El primero en experimentar su valor fue Perifetes, el salteador de caminos, que, a pesar de que era cojo, dominaba a la perfección una enorme maza de bronce con la que mataba a los viajeros: la misma maza que tan útil le sería a Teseo en el futuro, pues se quedó con ella tras darle muerte.

Otro de los bandidos a los que debió enfrentarse fue Sinis, el doblador de pinos, que tenía una manera peculiar de deshacerse de sus enemigos: doblaba dos pinos próximos, ataba las copas entre sí y un brazo de su víctima a cada una de ellas. Luego soltaba los árboles que, al enderezarse violentamente, desgarraban el cuerpo del desgraciado. Teseo, después de acabar con Sinis, mantuvo una relación amorosa con su hija Perigune de quien tuvo un hijo: Melanipo.

Escirón no tenía nada mejor que hacer que obligar a los viajeros a lavarse los pies en el mar. Luego de una patada los arroja al mar donde su tortuga los devoraba. Teseo se negó y de una patada le tiró al mar. El pobre Escirón no sabía nadar y ...

Cerción retaba a los viajeros a luchar con él y nadie le vencía. Solo Teseo lo hizo mientras los dioses se burlaban de Cerción.

Procustes tenía el hábito de tomar a los pobres transeúntes y cambiarles el tamaño. A los altos les metía en una cama pequeña y los cortaba hasta que cabían. A los pequeños les metía en una cama grande y los estiraba. Teseo le metió en su propia trampa y lo aplastó.

Teseo continuó su viaje y llegó a Atenas, pero se encontró con un inconveniente: su padre se había casado con Medea, la que había sido esposa de Jasón, con el fin de que ésta le diera un heredero, ignorante del nacimiento de Teseo. De esta unión había nacido un hijo al que llamaron Medo.

En Atenas

Ante esta situación inesperada, Teseo decidió esperar un poco antes de darse a conocer. Pero Medea, que era una hechicera, lo reconoció y vio en él un peligro para que su hijo accediera al trono de Atenas. Así que trazó un plan. El joven había acudido al palacio de incógnito precisamente para evitar los ardides de su madrastra, lo que aprovechó ésta para convencer a Egeo de que el recién llegado era un traidor. El rey se dispuso entonces a dehacerse de él de la misma forma que había hecho con Androgeo: ordenándole luchar contra el toro de Maratón.

Pero esta vez el toro fue derrotado y Teseo fue invitado a un banquete en el palacio para celebrar la victoria. Una vez allí Medea puso veneno en la copa del muchacho pero la casualidad salvó su vida. Teseo había sacado la espada que le dio su madre para cortar la carne. Entonces Egeo reconoció el arma, comprendió lo que ocurría y le arrebató a su hijo la copa de los labios. Habiendo fracasado en su empresa, Medea decidió huir con su hijo.

Teseo fue entonces reconocido oficialmente como hijo y sucesor del rey. Este hecho provocó la rebelión de los Palántidas, hijos de Palante que era hermano de Egeo, ya que uno de ellos hubiera sido el sucesor de Egeo en caso de que este no tuviera descendencia. Teseo, haciendo alarde de su astucia militar, consiguió acorralar a sus adversarios y dar muerte a gran parte de ellos, dándose a la fuga los restantes. Teseo fue entonces aclamado por todos los atenienses y reconocido como futuro rey.

Teseo y el Minotauro

Una noche Egeo, el anciano rey de Atenas, se mostraba tan triste y preocupado que su hijo Teseo le pregunto a que se debía tal desdicha. El padre le comentó a su hijo que el día siguiente era la fecha marcada para enviar el tributo al rey Minos de Creta, que consistía en el sacrificio de siete doncellas y siete jóvenes, que serían devorados por el monstruo Minotauro.

Teseo sintió un escalofrío. Llevaba mucho tiempo fuera de Grecia y acababa de regresar a su patria, pero había oído hablar del Minotauro. Se decía que este monstruo, con cuerpo de hombre y cabeza de toro, se alimentaba de carne humana. Teseo indignado le pregunto a su padre el por qué de tal horrible ofrenda. El anciano le explico que hace tiempo había perdido una guerra contra el rey de Creta y desde ese entonces tenía que pagar ese precio.

Con todo el ardor de su juventud, Teseo le suplicó a su padre que le permitiera ser parte de la ofrenda y le dejara acompañar a las víctimas para poder enfrentar al Minotauro. Al oír aquellas palabras, el anciano Egeo se estremeció, estrechando a su hijo entre sus brazos se negó rotundamente a la petición.

Egeo tratando de convencer a su hijo le comentó que era imposible vencer al Minotauro, diciéndole que se rumoraba que vivía oculto en un extraño palacio llamado Laberinto que tenía tantos pasadizos, y tan intrincados que los que se adentraban por ellos no sabían cómo salir y acababan por encontrarse con el monstruo, que los devoraba. Teseo era tan obstinado como intrépido. Insistió, se enfadó, y luego recurrió a los mimos y a la persecución hasta que el anciano rey Egeo, con el corazón desgarrado, acabó por ceder.

A la mañana siguiente, Teseo se dirigió junto con su padre al Pireo, el puerto de Atenas. Les acompañaban los jóvenes que iban a emprender su último viaje. Los ciudadanos contemplaban la procesión, unos con lágrimas en los ojos, otros amenazando con el puño a los emisarios del rey Minos que flanqueaban el siniestro cortejo. Al cabo, el grupo llegó al muelle dónde estaba atracada una galera de velas negras. El rey explicó a Teseo que las velas eran señal de luto, pero le pidió que si regresaba vencedor, no olvidase cambiarlas por velas blancas, para que supiera, aún antes de que llegase a puerto que estaba vivo. Teseo se lo prometió. Luego abrazó a su padre y se embarco con el resto de los atenienses.

Una noche, durante la travesía, Poseidón, el dios del mar, se apareció en sueños a Teseo y le confesó que era tan hijo suyo como de Egeo. Entonces Teseo se enteró del fabuloso relato de su nacimiento. Le dijo que cuando se despertara, se tirara al agua y encontraría un anillo de oro que el rey Minos había perdido hace mucho tiempo. Teseo se despertó. Era de día y a lo lejos se avistaban las islas de Creta.

Entonces, ante la mirada estupefacta de sus compañeros, Teseo se tiró al agua. Al llegar al fondo divisó una joya que relucía entre las conchas, y la cogió; el corazón le latía fuertemente.

De modo que todo lo que le había dicho Poseidón era verdad: ¡era un semidiós!

Este descubrimiento hizo que redoblaran sus ánimos y su valor.

Cuando la nave atracó en el puerto de Cnosos, Teseo vio entre la muchedumbre al rey rodeado de su séquito y fue a presentarse ante él. Teseo se presentó y le dijo que lo único que quería era que no le separase de sus compañeros.

Los acompañantes del rey dejaron escapar un murmullo. Este contempló con desconfianza al recién llegado. Reconoció el anillo de oro que Teseo llevaba en el dedo y se preguntó muy sorprendido de qué prodigio se habría valido el hijo de Egeo para encontrar la joya. Luego descubrió el plan del joven y le dijo que si quería enfrentar al Minotauro lo tendría que hacer con las manos y le obligo a dejar sus armas.

Entre la comitiva del rey se encontraba la princesa Ariadna, una de sus hijas. Impresionada por la temeridad del príncipe, pensaba horrorizada que pronto la pagaría con su vida. Teseo había estado mirando un buen rato a Ariadna. Desde luego le había llamado la atención su belleza, pero se quedó sobre todo intrigado porque estaba tejiendo. Sí, a Ariadna la gustaba tejer porque podía dedicarse a meditar. Y sin dejar de mirar a Teseo, se le estaba ocurriendo una idea descabellada.

Ese día por la noche Teseo se despertó sobresaltado: ¡alguien acababa de entrar en el aposento en el que dormía! Escudriñó la oscuridad y lamentó que le hubieran despojado de su espada. Una silueta blanca se destacó entre las sombras y un familiar chasquido de las agujas le reveló la identidad de la visita, era Ariadna. La hija del rey se acercó al lecho y se sentó. Cogió la mano del joven y le suplicó que no entrara en el Laberinto ya que no podría salir de él nunca más, y de esta forma ella no lo volvería a ver.

Los estremecimientos de Ariadna revelaron a Teseo la naturaleza de los sentimientos que la habían empujado a ir a verlo aquella noche. Muy turbado le dijo que era su deber vencer al Minotauro. Ella le dijo que el Minotauro era un monstruo pero era su hermano. Teseo perturbado no lo podía creer. Y de esta forma ella le contó la horrible historia de Minotauro.
.....


Última edición por el Dom Jul 01, 2007 8:58 pm, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Teseo   Teseo Icon_minitimeDom Jul 01, 2007 8:57 pm

Le contó que mucho antes de que ella naciera, su padre, el rey Minos, cometió la imprudencia de burlarse de Poseidon, sacrificando un pobre toro, flaco y enfermo, en lugar del magnífico toro que él le había enviado. Al poco tiempo, Minos se casó con la hermosa Pasífae, madre de Ariadna. Pero Poseidon tramaba una venganza. En recuerdo de la antigua ofensa que le había hecho, consiguió que Pasífae perdiera la cabeza y se enamorara de un toro. La desgraciada mandó incluso que le construyeran un caparazón en forma de vaca, dentro del cual se metió para unirse al animal del que se había enamorado. Pasífae dio a luz al Minotauro. Pero Minos no tuvo el valor para matarlo, pero intentó ocultarlo para siempre de los ojos del mundo. Mandó llamar al mejor de sus arquitectos, Dédalo, el cual diseñó el laberinto. Después de contar la historia, Ariadna le propuso a Teseo ayudarle a derrotar a Minotauro a cambio de que se la llevara con él de vuelta a Atenas y la convirtiera en su esposa. El héroe no contestó. Desde luego, Ariadna era muy atractiva, y era la hija del rey. Pero había llegado a aquella isla, no en busca de esposa sino a liberar a su país de una carga. Ella trató de convencerle al decirle que conocía las costumbres del Minotauro e insistió diciendo que sabía cuales eras las debilidades de la bestia. Después de pensarlo por un momento, el joven acepto. A Ariadna le sorprendió que Teseo aceptara enseguida. ¿Estaría enamorado de ella o simplemente dispuesto a admitir un trato? ¡Qué más daba! Le confió mil secretos que al día siguiente le permitirían vencer a su hermano. Y el sonido de su voz se mezclaba con el incesante chasquido de las agujas; Ariadna no había dejado ni un momento de tejer.

Frente a la entrada del Laberinto, Minos ordenó entrar a los atenienses. Mientras los catorce jóvenes, completamente aterrorizados, iban entrando uno a uno en la extraña construcción, Ariadna le susurró al oído a su protegido que tomara un hilo y le suplico que por lo que más quisiera, no lo perdiese.

Tenía en la mano el ovillo de la labor que tejía continuamente. El héroe cogió lo que ella le daba: un tenue hilo, casi invisible. Aunque el rey Minos no adivinó lo que tramaban, sí que se dio cuenta de que al muchacho y a su hija les costaba mucho separase. Sin decir ni una palabra, el héroe se metió en el corredor y enseguida se unió a sus compañeros. Llegaron a un callejón sin salida, dieron media vuelta y tomaron otro camino, que les condujo a otra bifurcación de la que partían varios pasadizos. Al poco salieron al aire libre; habían dejado atrás las paredes del Laberinto y ahora se encontraban ante unos matorrales muy espesos.

Al paso de las horas algunos de los jóvenes se empezaban a alegrar al pensar que no se encontrarían con Minotauro, pero Teseo sabía que desgraciadamente era imposible: Dédalo había ideado la construcción de modo que siempre se llegara al centro de la misma. Y eso fue exactamente lo que pasó. Al anochecer, cuando sus compañeros empezaban a quejarse de cansancio y de hambre, de repente Teseo les ordenó que se detuvieran porque había percibido un olor extraño.

Las paredes les devolvían el eco de unos rugidos impacientes y en el aire flotaba un denso olor a carroña. Teseo supo de inmediato que habían llegado ante el monstruo. Les dijo a los demás que lo esperaran y que no se movieran de ahí. Se marchó solo, sin soltar el hilo de Ariadna.

De repente llegó a una explanada circular parecida a una plaza de toros allí estaba el monstruo más horroroso que jamás se pudo haber imaginado: era un gigante con cabeza de toro, y brazos y piernas musculosos como troncos de roble. Al ver llegar a Teseo, el Minotauro emitió un feroz bramido de golosa satisfacción, abriendo las babeantes fauces. Bajó la testa bovina y peluda, apuntando a su presa con su afilada cornamenta. Luego se abalanzó sobre su víctima golpeando la arena con las pezuñas de sus pies.

El suelo estaba cubierto de huesos. Teseo cogió el más grande y lo blandió. Cuando el monstruo se disponía a ensartarlo con sus astas se hizo a un lado y le asestó en el morro un golpe rotundo capaz de derribar a un buey ...¡Pero no tan violento como para matar a un Minotauro!

El monstruo rugió de dolor. Sin darle tiempo para recuperarse, Teseo se agarró con todas sus fuerzas de las astas y saltó sobre su peludo lomo. Encaramado sobre él, apretó las piernas como si fueran tenazas y trató de estrangularle. Incapaz de respirar el monstruo se debatía furioso. No podía cornear a su adversario que estaba firmemente trabado a él. Pataleó, se cayó, se revolcó por el suelo. A pesar de que la arena se le metía en los ojos y en los oídos, Teseo, siguiendo los consejos de Ariadna, no soltaba a su presa.

Poco a poco el Minotauro fue perdiendo las fuerzas y al cabo emitió un espantoso bramido de rabia, se estremeció y exhaló el último suspiro. entonces Teseo se apartó de aquella enorme masa inerte. Su primer impulso fue ir a recuperar el hilo de Ariadna. El silencio insólito y prolongado había hecho que acudieran sus compañeros. Quienes al llegar al lugar explamaron: ¡Estamos salvados!

Teseo pidió que le ayudaran a arrancar las astas al Minotauro. Así sabría Minos que ya no podía reclamar ningún tributo.

Al poco tiempo los muchachos se asustaron y empezaron a murmurar, diciendo que aún con el monstruo derrotado les aguardaba una muerte lenta, pues nunca serían capaces de salir de ahí.

Teseo al escuchar lo que murmuraban les mostró el hilo y les pidió que lo siguieran. Echaron a andar rápidamente. Gracias al hilo podían recorrer en sentido inverso el tortuoso y largo camino que los había conducido hasta el Minotauro. A duras penas lograba Teseo calmar su impaciencia. Se preguntaba que dios bienhechor habría inspirado a Ariadna aquella idea genial. Al poco rato el hilo se puso tenso: desde la otra punta alguien tiraba de él con tanta impaciencia como Teseo. Al cabo de unas horas salieron al aire libre. El agotado héroe tiró al suelo, junto a la entrada, la sanguinolenta cornamenta del Minotauro.

Loca de amor y de alegría, Ariadna corrió hacía él y ambos se fundieron en un abrazo. Empezaba a amanecer. Teseo y sus compañeros, junto con Ariadna, cruzaron sigilosamente las calles de Cnosos y llegaron al puerto.

Teseo ordenó agujerar el casco de todos los navíos cretenses para que no los pudieran seguir. Cuando despuntó el sol, la galera de Teseo zarpaba del puerto y navegaba rumbo a Grecia.

Vuelta a Atenas

Durante el viaje de vuelta Teseo tuvo un sueño muy extraño esta vez fue otro dios, Dioniso, el que se le apareció y le ordenó que abandonara a Ariadna en una isla, y le dijo que ella no sería su esposa porque tenía proyectos más gloriosos para ella. Teseo negándose a la petición del dios le dijo que no podía romper su promesa. De esta forma el dios le dijo que si no le obedecía iba a exponerse a la cólera de los dioses.

Cuando Teseo se despertó todavía tenía dudas. Pero al día siguiente la galera tuvo que enfrentarse a una tempestad tan violenta que el héroe vio en ella un aviso divino. Entonces ordenó que hicieran una escala en la próxima isla que divisaran.

Al poco tiempo divisaron tierra, y atracaron en la isla a la vista de que se calmara el mar. Al alba mientras Ariadna estaba tendida todavía sobre la arena. Teseo reunió a sus hombres y les ordenó a hacerse inmediatamente a la mar. Sin la muchacha.

Al ver el reproche en los rostros de sus compañeros Teseo les dijo que no había remedio y que los dioses no actúaban sin motivo. Y Dioniso tenía buenas razones para que Teseo abandonara a Ariadna: cautivado por su belleza se había enamorado de ella y habían decidido que tendrían cuatro hijos y que la joven se sentaría a su lado en el Olimpo. Como señal de alianza divina, incluso tenía pensado regalarle una diadema, que sería el origen de una de las más bellas constelaciones. Desde luego Teseo desconocía los propósitos de aquel dios enamorado y celoso. Sentía remordimientos mientras navegaba rumbo a Atenas. Estaba tan ocupado que se olvidó de lo que le había dicho su padre antes de partir.

Al divisar la galera desde el puerto de Pireo en Atenas, el rey Egeo fue avisado de que su hijo estaba de vuelta. Esperanzado e inquieto, el rey llegó corriendo hasta los muelles, preguntando al vigía sobre el color de las velas. A lo cual le respondieron que eran negras. El anciano Egeo no quiso saber más. Lleno de dolor se tiró al agua y se ahogó. Cuando la galera atracó, acababan de recoger el cadáver de Egeo en la playa. Teseo fue corriendo hacia él, en seguida comprendió lo que había sucedido y se maldijo por haber sido descuidado.

Demasiado tarde: Egeo estaba muerto. Teseo se sumió en un dolor que le hizo olvidar su reciente victoria sobre el monstruo. El héroe pensaba con amargura que acababa de perder esposa y padre. El nuevo soberano se quedó un momento de absorto ante el cadáver de Egeo y luego decretó solemnemente que desde ese día ese mar llevaría el nombre de su padre. Y por eso, desde aquel día desde que el vencedor del Minotauro regresó de Creta, el mar que rodea Grecia se llama mar Egeo.

Hazañas de Teseo

Teseo y Pirítoo fueron amigos inseparables, y participaron juntos en hazañas bélicas de su época: participó en la expedición de los Argonautas para conquistar el Vellocino de Oro y tomó parte en la caza del jabalí de Calidonia, también estuvo en la lucha de los lapitas contra los centauros, que tuvieron lugar en la boda de Pirítoo, cuando los ebrios centauros decidieron raptar a las mujeres.

Decidieron casarse cada uno con una hija de Zeus: Teseo con Helena, que aún era una niña, y Pirítoo con Perséfone. Primero raptaron a Helena y la dejaron bajo la custodia de Etra, y luego decidieron bajar al Hades en busca de Perséfone. Los Dióscuros, hermanos de Helena, fueron a liberar a su hermana. Ya en edad avanzada, Teseo acompañó a su amigo Pirítoo al Infierno, ya que este último quería raptar a Perséfone, la esposa de Hades, para casarse con ella. Pero el dios del Hades les tendió una trampa: les invitó a un banquete y una vez que los tuvo sentados a la mesa, los dejó adheridos a los asientos. Cuando Heracles, en su duodécimo trabajo fue en busca de Cerbero, estando ya cerca de las puertas del Hades, los encontró encadenados. Al ver a Heracles tendieron sus manos hacia él, como si fuesen a ser resucitados gracias a la fuerza de éste. A Teseo, agarrándolo de la mano, logró alzarlo, pero tuvo que abandonar a Pirítoo ya que, al intentar levantarlo, tembló la tierra, por lo que éste se quedó para siempre en el Hades.

Las amazonas

El noveno trabajo de Heracles fue obtener el cinturón, a petición de Admete, la hija de Euristeo. En una versión de la historia, Hipólita se enamoraba de Heracles y le daba el cinturón voluntariamente. De acuerdo con otra Heracles obtenía el cinturón secuestrando a la hermana de Hipólita, Melanipa, y exigiendo el cinturón como rescate, y liberándola tras conseguirlo.

Después de que Heracles obtuviese el cinturón, Teseo, primo de Heracles, secuestra a Antíope, otra hermana de Hipólita. Las amazonas atacan entonces (porque Hera, la enemiga de Heracles, había difundido el malintencionado rumor de que Heracles estaba allí para atacarlas o secuestrar a Hipólita), pero Teseo y Heracles escapan con el cinturón y con Antíope. Para rescatar a Antíope, las amazonas atacan Atenas pero fracasan, muriendo en algunas versiones Antíope durante el ataque.

Teseo se casa con Antíope o con Hipólita, teniendo un hijo llamado Hipólito. Teseo terminaría casándose con Fedra, tras haber abandonado a su anterior esposa, En la versión en la que Teseo está casado con Hipólita y la abandona, ésta intenta vengarse llevando a las amazonas a la boda de Teseo y Fedra con la intención de matar a todos, aunque fracasa al ser asesinada, según las versiones, por los hombres de Teseo o por Heracles que era el padrino de la boda.

Hipolito

El joven se distinguía por su pasión por la caza y las artes violentas. Veneraba a Artemisa, diosa virgen de la caza, y en cambio detestaba a la diosa del amor Afrodita. La diosa, ofendida por el desprecio del chico suscitó una terrible pasión por el mismo en el corazón de Fedra, segunda mujer de Teseo y por lo tanto madrastra de Hipolito. Estando Teseo ausente, Fedra se ofreció al casto joven , pero este la despreció, entonces la mujer despechada se ahorcó dejando una nota inculpatoria en la que decía que Hipólito había tratado de violarla. Al regresar Teseo, y ver lo ocurrido esta clama venganza al dios del mar, Poseidón que envio un monstruo marino a Hipólito mientras esta cabalgaba en su carro. Hipólito fue aplastado por sus propios caballos.

En algunas versiones es en este momento cuando Fedra se suicida, al ver el mal que ha causado.

Artemis rogó a Asclepio que resucitara al joven , que fue transportado por la diosa a su santuario de Aricia( en Italia)donde fue indentificado con Virbio, compañero de la diosa.

Esta historia fue inmortalizada por Eurípides en su Tragedia "Hipólito". Además aparece en el libro "Las metamorfosis" de Ovidio y en la tragedia "Fedra" de Séneca.

La ultima aventura

En los último años de su vida, Teseo se encontró con un caos total en el gobierno de su ciudad, su gran reino estaba envuelto en luchas y traiciones. estaba sin embargo, tan debilitado que no lograba en sí mismo la seguridad y la fuerza para poder imponer el orden. ya no podía enfrentar los problemas, y decidió abandonar su tierra y decidió desterrarse voluntariamente a la isla de Esciro, una vez en la isla pudo descansar de tantas penalidades y contrariedades.

Los honores con que lo recibieron le hizo recordar las antiguas glorias ganadas y creció el deseo en su corazón de realizar nuevamente grandes proezas. algunas tierras de esta isla eran de su propiedad, y Teseo comunica a su anfitrión su deseo de permanecer allí, sus deseos dejan helado al rey Licomedes ya que se ha apoderado de las tierras de Teseo. Invita al soberano ateniense subir a las montañas altas de la isla para contemplar el reino. Teseo recorre con la mirada los campos, inesperadamente los brazos traicioneros de Licomedes lo empujaron hacia la muerte. Tucídides menciona que un oráculo había ordenado en 476 adC llevar los huesos de Teseo desde la isla a Atenas. Efectivamente los supuestos huesos fueron llevados a Atenas y guardados en el Theseium.

Fuente: Wikipedia
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MensajeTema: Re: Teseo   Teseo Icon_minitimeMar Jul 03, 2007 12:54 pm

qe bn bro. pero gracias ahora aleerlo pues megusta mucho la mitologia thanks bro, cheers geek Very Happy
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Tyler
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MensajeTema: Re: Teseo   Teseo Icon_minitimeVie Dic 14, 2007 9:15 pm

muy buena informacion, la verdad muy completa!!
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MensajeTema: Re: Teseo   Teseo Icon_minitime

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